EL LABERINTO DE LA SOLEDAD II
Hace algunos días escribí un post donde anunciaba la escritura de un relato que me venía rondando la cabeza: la historia de un poeta que había desplifarrado su talento y juventud en el alcohol y que, poco a poco, había perdido a todos sus amigos y compañeros. En ese momento, el malogrado poeta decide incursionar en la blogósfera abriendo un blog "cultural" que termina obteniendo cierto éxito de lectoría; pero, poco a poco, empezó a ser abandonado por su pocos lectores, debido a su perfidia, su falta de seriedad y esa manía compulsiva de ganarse enemigos gratuitos.
Después de muchos días, el argumento del relato ha vuelto a mi cabeza, pero, esta vez, con nuevas aristas: el poeta se desespera al ver que sus lectores lo abandonan, quedando en el limbo de la ansiedad; entonces, decide inaugurar un nuevo blog "alternativo", en el cual, mediante insultos, difamaciones y calumnias, desfoga sus temores, angustias y frustraciones. Ahora, el malogrado poeta adminstra dos blogs: uno "oficial" y otro "alternativo"; pero como los datos se le cruzan, la soledad pesa sobre él como el castigo de Sísifo, el aprecio que tenía de sus amigos, conocidos y compañeros lo ha abandonado; el desdichado poeta comete un "error" en uno de sus post del blog oficial, propio de una aprendiz de literatura, de un advenedizo de las letras. Ofrece a sus lectores un dato que a miles de kilometros podría ser identificado como una patinada sin fin sobre hielo en alguna zona del Polo Norte.
El malogrado poeta se enfurece, bufa, grita, se arranca el poco cabello que le queda, cuando repara de su patinada: ingresa a cuanto blog sea posible y a través de sus multiples personalidades "el usuario anónimo", "Olga", "Ines", "Gaspar de la Noche", "Fidel K" "Sanmarquino honesto" "Sanmarquino ilustrado" -y todas las cobinaciones posibles" , etc, etc, etc, intenta defender su error. Recurre al diccionario de RAE, se presenta bajo anónimos "irreconocibles", envía correos electrónicos a sus amigos suplicando apoyo para justificar su patinada, y como dicen los pequeños: "yo no fui, fue tete...". El limbo de la ansiedad se ha convertido en el limbo de la angustia y la bipolaridad.
Es el inicio del fin, el desdichado poeta sabe que su error le va a costar lectores, respeto y consideración. Entonces, decide..., ¿qué dedice? He ahí la cuestión: se presenta un abanico de posibilidades para el final del relato: visitar el Puente Villena en Miraflores para apreciar la caída del sol en un puenting sin soga; o tal vez, tomarse un frasco de Lexotan, Clonazepan, Bromazepan, Diazepan o Alprazolan para conciliar el sueño, mientras va pensando como recuperar su lectoria. Éstas y otras posibilidades se van presentando en la elaboración de este relato. Por lo pronto he recibido un par de mails de jóvenes poetas mujeres y de un par de narradores que me han ofrecido sendos finales para el relato, todos ellos funestos y desgraciados. Esperemos a que las cosas se vayan aclarando.