RESEÑA SOBRE LA GENERACIÓN DEL 50: UN MUNDO DIVIDIDO
También en El Dominical, aparece una reseña de Iván Thays sobre la reedición del libro de ensayos de Miguel Gutiérrez, La Generación del 50: Un mundo dividido. En la misma, Thays hace una disección de la lectura que Gutiérrez hace de las obras de los autores del 50 y critica el "particular" método utilizado por el autor de El viejo saurio se retira. Los dejo con los parrafos más resaltantes:
Estos ensayos, que se inscriben en la doctrina marxista, están escritos, según propia confesión, por alguien que piensa que el mundo está dividido entre aquellos que defienden un viejo régimen burgués y aquellos que ven en la "lucha popular" (en el libro varias veces se alude a Sendero Luminoso y a Abimael Guzmán como paradigmas de esa lucha) la posibilidad de establecer un nuevo orden. Lo que busca el libro, específicamente, no es solo calibrar el aporte de los miembros de la Generación del 50 a la literatura nacional, sino asimismo estudiar y calificar las "producciones espirituales y las formas de conducta" de los miembros de esta generación. Gutiérrez acepta que no pretende ser un crítico imparcial y se muestra dispuesto a comentar abiertamente la calidad de la obra de los autores seleccionados, sin por ello dejar de subrayar la relación (subsistente en algunas de sus obras e incluso en sus actos públicos, como el hecho de que él consiente premios del Estado) de estos autores con su sociedad, y también, si cabe, con su praxis política y su compromiso social.
Es imposible abarcar en una reseña los diversos aspectos tratados en el libro y discutirlos seriamente. Para ese análisis crítico habría no solo que empezar por las conclusiones del autor, sino discutir los errores conceptuales (como, por ejemplo, cuando sostiene inexplicablemente que existen ficciones que "falsean" la realidad y otras que no) con los que sustenta sus ensayos. Sin embargo, creo que cualquier lector más o menos instruido descubrirá que el mayor error del libro, al menos en lo que respecta a la narrativa, está en creer que los personajes de las novelas son, antes que individuos, estados de clase, símbolos o, peor aún, alegorías. Así las cosas, si el teniente Gamboa en La ciudad y los perros es un personaje honesto, entonces la novela es implícitamente pro-militarista porque Gutiérrez es incapaz de separar la honestidad del personaje Gamboa con la clase (o casta, como dice él) a la que supuestamente representa. Ese error de lectura, en concreto, parte de un principio superior que es el principio rector del marxismo literario: que los libros son todos obras alegóricas y los personajes no son individuos contradictorios o sutiles, sino representantes de sus clases sociales. Esa idea originó novelas fallidas como El sexto, de José María Arguedas, donde cada personaje perdía su individualidad y representaba una categoría social (sin hablar de las novelas del mismo Miguel Gutiérrez y sus personajes estereotipados y convencionales). Pero originó sobre todo una crítica literaria incapaz de aceptar que las obras artísticas no son un reflejo limitado de la realidad, y menos aún de una tesis sociológica o antropológica, sino la obra compleja, sutil y sofisticada de un creador que debe reinventar el mundo en cada nuevo libro (por ello, Vladímir Nabokov llamaba "cuentos de hadas" a las novelas). Cada uno de los ensayos de Un mundo dividido busca rastrear conflictos de clase (aludiendo a ellos como "implícitos" y ajenos a la voluntad del autor) en las obras analizadas, convirtiendo la lectura en un pretexto para anunciar sus doctrinas y sus posiciones políticas (como queda de manifiesto en las digresiones, muchas de ellas panfletarias, dedicadas a los partidos políticos que surgen de algunas lecturas como, por ejemplo, la de Historia de Mayta).