En la misma sección Luces, se entrevista, también, a Mario Vargas Llosa, sobre la democratización de la cultura y la especialización del conocimiento. Una interesante entrevista al reciente ganador del Premio Internacional Don Quijote de la Mancha:
Recientemente dijo en Lima que “la finalidad de las letras es revolucionar la vida del lector”. ¿Es la finalidad conmover y mover?
Conmover y mover es una expresión que no he usado, pero que me gusta muchísimo; te la voy a robar. Me parece muy exacto porque creo que si la literatura está bien lograda, toca fibras íntimas de nuestra sensibilidad y al mismo tiempo nos estimula a actuar, a pensar de una cierta manera, a conducirnos de un cierto modo. La buena literatura produce en nosotros un desasosiego, una actitud crítica frente a lo que vivimos, frente a nuestra sociedad, frente a nuestro destino, a nuestra condición. Por eso la literatura de un modo indirecto es un motor del cambio, de la transformación, del progreso. Esa es la razón de que a lo largo de nuestra historia todos los sistemas autoritarios han establecido sistemas de censura.
Reivindica los valores de la cultura de élite frente a la chabacanería imperante y la “cultura del espectáculo”. ¿Es una preocupación permanente?
Considero que es un problema muy actual porque creo que a partir de mayo de 1968 surgió una tesis que se ha extendido en cierta forma en buena parte del mundo: que había que acabar con las élites. Esa actitud es un puro disparate porque acabar con las élites significa simplemente convertir a la cultura en un simulacro de lo que la cultura es. No es posible que todo el mundo tenga el mismo grado de conocimiento, que tenga el mismo grado de especialización; eso es una utopía absolutamente irreal. La verdad es que hay dentro del conocimiento una selección, una división y que dentro de esa organización existen unas élites que son las que fijan la forma superior del conocimiento, de la especialidad, y eso establece las jerarquías que son tan importantes a la hora de defender ciertos valores como a la hora de rechazar ciertos desvalores. El odio, el rechazo a las élites considero que ha creado una confusión tan extraordinaria que en algunos campos como el del arte ya la gente no sabe qué cosa tiene valor y qué cosa no la tiene. Ya simplemente que algo debe o no ser bello parece que fuera incorrecto y el resultado es que hay un arte tramposo, embustero, que se hace pasar por lo que no es, y esa confusión, por desgracia, se está extendiendo a otros campos artísticos y literarios. Creo que hay que volver a aceptar que las jerarquías existen si queremos tener valores y desvalores claramente definidos.
¿La democratización de la cultura genera esta situación paradójica de decadencia de la cultura?
No, porque yo estoy a favor de la democratización en el sentido de que la cultura debe llegar al mayor número y hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para tener una buena educación. Ahora, la democratización de la cultura no puede ser que todo valga lo mismo en el campo de la cultura.
¿La gente se aleja cada vez más del libro de papel? ¿Esto se acentuará con la llegada del e-book y del i-Pad?
Hay muchas cosas que pueden ser provechosas gracias al libro digital, por ejemplo la posibilidad de llegar a un número de lectores al que el libro de lector no llega, eso es positivo. Al mismo tiempo hay que tratar de mantener la calidad porque el peligro es que esa cultura digital simplemente signifique una banalización, una simplificación de la lengua, de la palabra, que desaparezca un cierto rigor en el uso de la lengua. Algo de eso ha pasado ya con el uso de la Internet, y eso es una preocupación. Pero eso se puede combatir con la educación y con una actitud crítica permanente.