Acabo de leer la entrevista que le hace en Caretas Maribel de Paz a Miguel Ildefonso y la verdad percibo cierta ironia y una mala leche soterrada que el propio autor alimenta; pero no estoy seguro de afirmar lo que señala Víctor Coral en su blog con respecto a dicha entrevista:
“El poeta Miguel Ildefonso se confiesa posero. Se coloca la corbata, el saco y el sombrerito hongo para emular a Víctor Humareda…” Así empieza su nota Maribel de Paz hoy en la revista Caretas. Realmente dudo de que semejante broma de mal gusto, travestirse de Humareda y confesarse "posero", haya sido idea del poeta –como sugieren las palabras de la entrevistadora-; aunque en estos tiempos todo puede ser.
Hay más. Al calificar a Hotel Lima como “el nuevo coqueteo de Ildefonso con la narrativa”, y al decir en una pregunta que el poeta está oscilando entre poesía y narrativa, y que recurre a esta última “para que la poesía salga triunfante”, De Paz está dando un juicio de valor implícito (y negativo) sobre el libro. Y si una novela te parece un simple coqueteo, o inferior a la poesía del autor, o fruto de la pose, ¿para qué darle cabida en una revista seria como Caretas?
Por otra parte, Ildefonso no desaprovecha la ocasión para despotricar contra los críticos: “Los críticos están muy atentos a las historias de lenguaje llano, lineales, que entretienen, y este libro no obedece a eso. De repente, un lector simple se puede dejar llevar sin prejuicios, más que un crítico que obedece, muchas veces, a intereses del momento”.
Sería bueno que Ildefonso dejara de lanzar acusaciones generalizadoras, muy propias de blog basura, y definiera con precisión a qué críticos con “intereses del momento” se refiere.
Por otro lado, encuentro en el blog del narrador Gabriel Ruiz-Ortega una interesante teoría sobre los amores y desamores entre Miguel Ildefonso y Víctor Coral. Aquí unas perlitas:
Pues bien, en lo personal llegué a conocer muy bien a Coral e Ildefonso –no me sorprendería que ahora nieguen esa amistad puesto que ya nada puedo esperar de los complejos emocionales y la hipocresía amparada en la risita de cuy-, y sé muy bien a qué juegan, sé bien cuándo tienen que distanciarse y cuándo tienen que juntarse. Ejemplos de esto tengo como para hacer una novela ambientada en algún bar de mala muerte, pero textos de ese corte nunca me han interesado, aunque la experiencia podría ser más que interesante.
¿Cómo empieza este nuevo capítulo de la novela La Bombonera del amor? Para ello tenemos que ir a la fuente virtual ubicada en el siempre informado, sesudo e imparcial blog de Paolo de Lima, el blog más maravilloso del universo en el que mis dudas se despejan ni bien clickeo.
Gracias a De Lima es que tenemos acceso a la entrevista realizada a Ildefonso en el semanario Caretas. Así es que luego de leer las respuestas del escritor me hice unas cuantas preguntas: ¿Es lo que piensa Ildefonso o lo hizo para justificar la provocación de su envidioso compadre y así generar escándalo?, ¿no hubiese sido saludable que el escritor señale las influencias literarias en los que se apoyó a la hora de escribir Hotel Lima en lugar de poner el parche –gratuito- al decir que los críticos están muy atentos a las historias de lenguaje llano, lineales, que entretienen, y este libro no obedece a eso. De repente, un lector simple se puede dejar llevar sin prejuicios, más que un crítico que obedece, muchas veces, a intereses del momento y dejar de ofrecer de una vez la imagen de un Bukowski irredento? Esta última pregunta sí tiene respuesta porque refleja el desconocimiento del escritor en torno a lo que se está escribiendo en Perú puesto que es falso que los críticos den una preferencia valorativa a las historias de lenguaje llano, lineales, etc. El escritor debe saber que la crítica está demostrando una preferencia alejada de lo que él imagina. Hay que leer.