14 March 2009

CARLOS CALDERÓN FAJARDO SUDABA LA CAMISETA


UN REMEMBRANZA DE SUS AÑOS DE DEPORTISTA

¿Se imaginan a Carlos Calderón Fajardo corriendo en una carrera de 2,000 metros planos o peleando la pelota con un rival como volante de un equipo de fútbol? Éstos y otros recuerdo nos escribe el autor peruano hoy día en la sección deportiva de El Comercio. Recuerda, también cómo fue a ver a Vargas Llosa y García Márquez a la recordada conferencia de la UNI, con la camiseta sudada, después de un partido de fútbol en la Católica. Los dejo con la nota:

En el colegio el entrenador de atletismo, el profesor José Laca, que me vio un día jugando fútbol, me dijo: “Tienes las piernas largas y debes practicar atletismo y no jugar fútbol”. Y un día sin saber cómo me encontré en el torneo interescolar de atletismo, en la partida, en la terrible carrera de 2.000 metros planos.

El profesor Laca me dijo: “Los peligrosos son los del Labarthe, así que vas a correr de liebre. Cuando los hayas quebrado, yo te hago una seña y abandonas la carrera. Será la hora de nuestra gente, los del Labarthe estarán con las piernas rotas”. ¿Nuestra gente? Sonó el pistoletazo.

Salí a correr los 2.000 metros como si estuviera corriendo los 100. Tomé la punta y no la solté. No miré al profesor Laca en ningún momento. Batí el récord nacional escolar de los 2.000 metros. Mi vecino en Barranco que era un corredor muy conocido, Armando Romero Accinelli, me llevó a entrenar al Nacional. Allí estaban practicando las estrellas, el actual doctor Pérez Albela, velocista, que hacía ejercicios muy elásticos de calentamiento y entrenaba con muchos piques.

(...)

En el equipo de fútbol de la Facultad de Ciencias Sociales de la Católica a fines de los 60 jugaban varios que hoy tienen presencia pública. En la volante estábamos Santiago Pedraglio, Quique Beltrán y yo; y en la delantera, “Balo” Sánchez y el “Diablo” César Zamalloa (actual decano de Comunicación de la U de Lima). Se jugaba con tres volantes. “Balo” y el “Diablo” Zamalloa, que eran muy amigables, graciosos y “pateros” fuera de la cancha, a la hora de jugar el fútbol se transformaban, como en “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde”. Se volvían muy picones, se alteraban por cualquier cosa… Un día cualquiera, luego de un partido en la época en que el fundo Pando eran solo chacras y casetas de madera, se armó un alboroto. Todos corrían a una camioneta roja atestada de gente en la furgoneta. Trepaban con gran algarabía. Yo pregunté adónde iba toda esa gente y me dijeron que a ver a García Marqués y a Vargas Llosa, que se presentaban en la UNI. Casi me desmayo de la emoción. Yo escribía en secreto.

Corrí a la camioneta y con las justas logré trepar y conseguir un sitio. Cuando miré quién estaba a mi lado me sorprendió encontrar a “Balo” Sánchez León, pero él se sorprendió más de verme a mí. “¿Qué haces aquí?”, me preguntó desconcertado. “¿Más bien qué haces tú aquí?”, le pregunté. Ambos estábamos con nuestras camisetas de fútbol sudadas. Y “Balo” me respondió: “Yo escribo poesía”